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martes, 31 de marzo de 2009

Diario: Marzo de 2009






13 de marzo: 
Cogemos un avión hasta Reus, donde nos recogen nuestros amigos Juan y Eva para llevarnos a su casa. Como ya es muy tarde, dejamos el charloteo para el día siguiente.
14 de marzo: 
Asamblea de AFAC. Mi primera asamblea. Además de poder conocer en persona a algunos compañeros, tengo el gusto de abrazar a los amigos. Antes de nada, debo agradecer a Alex, presidente de AFAC, que pidiera que se usara el castellano en atención a los que no somos catalanes. La asamblea transcurre sin ninguna incidencia, hasta que mi amiga y compañera Nina comienza a explicar los proyectos de "sus niños". El amor que le pone además de las fotos nos lleva a todos a emocionarnos. Porque son un poco "nuestros niños". Luego tengo la oportunidad de participar en un pequeño truco de magia que nos desvela el resultado de la colaboración entre Afac y Voluntarios OHL. Mi cifra oculta es un 8, el número de la suerte en China, y cuando descubro que es la que corresponde a los millares, ya empiezo a saltar. El momento de descubrirlo fue SUPER EMOCIONANTE!! Qué alegría tan grande!
Luego comemos con todos los integrantes de la junta y acompañantes, ya somos tantos que ocupamos tres largas mesas. Por la tarde un pequeño paseo, un momento de parque y una corta visita a un centro comercial. Tras descansar brevemente en casa de Eva y Juan, nos dirigimos a cenar a un restaurante, chino, cómo no. Y después de la cena, la fiesta. Celebramos los cumpleaños de Juan y Maka, y no sé si es posible pasárselo mejor y reirse más. Si, los mojitos y el cava ayudan, pero tantos y tan buenos amigos lo hacen casi insuperable.
15 de marzo: El domingo comemos en un asador y prueblo los calçots. Vale, no a la manera requerida, pero los pruebo, jeje... Por la tarde paseíto por Sitges y camino al aeropuerto para volver a la rutina.
27 de marzo: Nos vamos a Madrid; viaje tranquilo, paseo por el parque con Trasto y cena en una sidrería.
28 de marzo: Luis se va prontísimo a hacer su examen. Nosotras madrugamos un poco menos. A las once y media (un poco largas) llegamos a Gran Vía 27 donde hemos quedado con Chus. Compramos telitas. Luego vamos a la Plaza de Pontejos, más telitas. Aquello es enorme y hay mucha gente y muchísima variedad de cosas, para hacer casi cualquier cosa. Tengo que volver alguna vez cuando estemos en Madrid entre semana, a ver si hay suerte y no hay tanta gente. Tomamos un refresquito para que mis niñas descansen (aunque no sé de qué se han cansado tanto) y volvemos a Ríos Rosas a comer. Chino de nuevo, por supuesto! A los postres llega Luis, bastante satisfecho de su examen. Han sido seis horas y pico de examen y está muerto, así que vamos a casa, pero curiosamente es él el que menos ganas de descansar tiene, así que salimos a pasear, nuestra intención es ir al parque pero empieza a llover, así que nos volvemos a casa no sin antes parar en un chino, esta vez de los que venden cositas, Andrea se compra pinturas y cuaderno, Eva unas diademas. Ahora sí que descansamos un poco. A media tarde viene FJ con sus chicos mayores y nos acerca al Bernabeu. Empieza a llover más en serio. Es una pena pero todo el ambientillo del pre-partido España-Turquía se desluce bastante por la lluvia. Apenas podemos pasearnos por allí, pero nos acercamos a comprar unas gorras y bufandas para animar a España, y algún chubasquero, porque no sabemos si nuestra localidad es cubierta o no. El partido en sí no fue gran cosa, ganó España 1-0, pero el ambiente fue una gozada, nos lo pasamos fenomenal. Desde "Paquito Chocolatero" al "Que viva España", con ola incluída, allí todo el mundo canta, baila y se mueve. Se me olvida comentar que justo a la hora de empezar el partido ya no llueve. De hecho no llovió más en todo el fin de semana. Ganas de fastidiar, ehh?

29 de marzo: nos cuesta más de una hora lo que normalmente haríamos en 20 minutos recorrer la distancia entre la casa de Maribel y la de nuestros amigos FJ y María. Parece ser que hay manifestación en La Castellana. Así que perdemos un tiempo precioso para estar con ellos, pero el poquito que nos queda lo aprovechamos con buena comida y mejor compañía. A media tarde, vuelta a casita y casi doy por cerrado el mes.
Un mes que por lo demás he pasado bastante fastidiada, con fuertes dolores fruto de una contractura muscular en la espalda, que me ha llevado incluso a estar en cama varios días. No vale una para nada...

Mis fotos del mes van en este Slide. Una puntualización. Sé que este blog puede leerlo y verlo cualquiera. Por eso se llama "publicar". Pero si vas a coger una foto de mi blog, por favor, pídeme permiso antes. Gracias.





 
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lunes, 30 de marzo de 2009

¿Quien es tu mamá?

 Este texto me lo envió mi amiga María, y me hizo sonreír, si, pero también emocionarme. Se lo dedico a todas las mamás, pasadas, presentes y futuras que me leéis.


-Mamá es esa señora que lleva en el bolso un pañuelo con mis mocos, un paquete de toallitas, un chupete y un pañal de emergencia.
-Mamá es ese cohete tan rápido que va por casa disparado y que está en todas partes al mismo tiempo
-Mamá es esa malabarista que pone lavadoras con el abrigo puesto mientras le abre la puerta al gato con la otra, sosteniendo el correo con la barbilla y apartándome del cubo de basura con el pie.
-Mamá es esa maga que puede hacer desaparecer lágrimas con un beso
-Mamá es esa forzuda capaz de coger en un solo brazo mis 15 kilos mientras con el otro entra el carro lleno de compra
-Mamá es esa campeona de atletismo capaz de llegar en décimas de segundo de 0 a 100 para evitar que me descuerne por las escaleras
-Mamá es esa heroína que vence siempre a mis pesadillas con una caricia
-Mamá es esa señora con el pelo de dos colores, que dice que en cuanto tenga otro huequito, sólo otro, va a la pelu
-Mamá es ese cuentacuentos que lee e inventa las historias más divertidas sólo para mí
-Mamá es esa cheff que es capaz de hacerme una cena riquísima con dos tonterías que quedaban en la nevera porque se le olvidó comprar, aunque se quede ella sin cena
-Mamá es ese médico que sabe con sólo mirarme si tengo fiebre, cuánta, y lo que tiene que hacer
-Mamá es esa economista capaz de ponerse la ropa de hace cientos de años para que yo vaya bien guapo
-Mamá es esa cantante que todas las noches canta la canción más dulce mientras me acuna un ratito
-Mamá es esa payasa que hace que me tronche de risa con solo mover la cara
-Mamá es esa sonámbula que puede levantarse dormida a las 4 de la mañana, mirar si me he hecho pis, cambiarme el pañal, darme jarabe para la tos, un poco de agua, ponerme el chupete, todo a oscuras y sin despertarse
¿La ves? Es aquélla, la más guapa, la que sonríe.


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viernes, 27 de marzo de 2009

Cómo mover una catedral!!






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    miércoles, 25 de marzo de 2009

    Arroz tres delicias

    Con ésta acabo con las recetas que tenía guardadas. A ver si alguien me comenta que ha probado alguna y qué tal el resultado. Para terminar, un clásico: arroz tres delicias.








    Ingredientes :
    2 tazas de arroz
    200 gr. jamón york
    100 gr tocino ahumado
    1 cebolla vieja
    1 manojo de cebollas frescas con sus hojas
    1 diente de ajo
    50 gr de guisantes
    2 huevos
    2 cucharadas de aceite de oliva
    sal, starlux, pimienta blanca, salsa de soja
    Receta :
    1-El día anterior cueces el arroz de la siguiente manera, lo pones en agua en una fuente honda que se lave constantemente durante aprox. 30 minutos, lo escurres y pones en una cazuela con tapa que cierre bien 2 tazas de agua a fuego medio, cuando hierva añades el arroz lo tapas y lo tienes durante aprox. 5 minutos abres la cazuela y compruebas si el arroz tiene agujeros redondo si es así bajas el fuego al mínimo, vuelves a tapar la cazuela y lo dejas cocer durante 12 minutos, luego lo colocas en una fuente llana extendido para que se enfríe.

    2-Al día siguiente en un wok pones el aceite y sofríes el ajo majado, la cebolla vieja y la cebolla fresca cortada muy fina, cuando está pochada le añades el jamón de york y el tocino ahumado. Sal pimientas, añades aprox 1/2 pastilla de starlux, pimienta al gusto y la salsa de soja.

    3-En cazuela con un poco de agua cueces los guisantes.

    4-Bates los huevos con un poco de agua y haces una tortilla que reservas. Luego antes de añadirla al arroz deberás cortarla en trocitos pequeños.

    5-En el momento de comer pones el wok a fuego fuerte y que la mezcla hierva, añades el arroz y lo revuelves mezclándolo uniformemente, en el último momento añades los guisantes y la tortilla. Lo pruebas y rectificas si hace falta


    Consejo :
    Puedes hacer con la misma receta pero sustituyendo el tocino ahumado por 200 gr de langostinos o gambas un delicioso arroz frito con gambas


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    lunes, 23 de marzo de 2009

    Consejos para ser feliz



    Grita bien alto.


    Descansa.


    Vete de compras.



    Besa mucho.



    Duerme un poco.



    Atrévete con la cocina.



    Relájate en la naturaleza.



    Ríete a carcajadas.



    Atrévete.



    Toma un baño de espuma.



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    viernes, 20 de marzo de 2009

    Un meme y algo más








    1- ¿Dónde naciste?
    En la Clínica Madrazo, en la calle Lealtad de Santander.
    2- El título de una película que te haya gustado.
    Siempre digo "Love Actually" aunque hay muchas.
    3- ¿Una de las situaciones más ridículas de tu vida?
    Situaciones ridículas no recuerdo. En las que he pasado vergüenza si, dos: siendo una niña, con unos cinco años, me solté de la mano de mi madre en una tienda y cuando se la volví a coger no era mi madre, era otra señora. Y ya siendo mayor, una vez que me caí en una discoteca. Me di tremendo porrazo y todo el mundo se rió de mi.
    4- El momento en el cual has pasado miedo de verdad.
    Cuando tuvimos el accidente de coche, una vez que vi que yo estaba bien, hasta que comprobé que Luis también. 
    Y una vez que fui a recoger a Eva a catequesis y no estaba. Me hice el recorrido a casa tres veces, desquiciada, hasta que me dijeron que se había ido a casa de la catequista. No sabéis lo que se me pasó por la cabeza en aquellos momentos.
    5- Tres sitios donde hayas vivido. 
    Solamente he vivido en dos: Pontejos y Santander.
    6. La ciudad más bonita que has visitado.
    Me cuesta mucho decidirme por una: Brujas, Florencia, París... y Siena.
    7- Un libro que te haya impactado.
    En mi adolescencia, "1984", de George Orwell.
    8- Un lugar para perderte.
    Cualquiera de mi Cantabria querida.
    9- Lo más bonito que te han dicho.
    Mamá.
    10- Una virtud.
    Alguna debo tener, pero siendo sincera, juro que no me sale ninguna destacable.
    11- Un defecto.
    Mi capacidad de aguante es igual a cero.
    12- Una ilusión.
    ¿Hace falta que lo diga? Este blog va de eso.
    13- Un sueño.
    Envejecer junto a mi marido, viendo crecer a nuestras hijas.
    14- Una buena experiencia.
    Todo lo que he vivido desde que comenzamos el proceso de adopción es una experiencia increíble.
    15- Una mala experiencia.
    Tengo memoria selectiva y gran capacidad para olvidar lo malo.
    16- Un secreto. 
    Si lo cuento ya no lo será.
    17- ¿De qué tienes ganas ahora mismo?
    De tener unas horitas cien por cien libres para coser.
    18- Un deseo.
    Irme de vacaciones con mis dos mejores amigas, que siempre lo hablamos y nunca puede ser.
    19- ¿Qué soñabas ser de pequeña?
    Quería ser azafata de vuelo. Pero cuando jugaba siempre era una princesa o una mamá.
    20-Un recuerdo.
    Triste, la muerte de mi padre.
    Alegre, el nacimiento de mis hijas.






    Y ahora un pequeño juego. Lee en voz alta lo que pone en el triángulo.

    ¿Qué has leído? ¿"A bird in the bush"? Entonces, como el 90% de la gente, no has visto que la palabra "the" está repetida dos veces. ¿Eres del otro 10%? ¡Déjame un comentario!




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    miércoles, 18 de marzo de 2009

    El príncipe feliz, un cuento de Oscar Wilde





    En la parte más alta de la ciudad, sobre una columnita, se alzaba la estatua del Príncipe Feliz.

    Estaba toda revestida de madreselva de oro fino. Tenía, a guisa de ojos, dos centelleantes zafiros y un gran rubí rojo ardía en el puño de su espada.

    Por todo lo cual era muy admirada.

    -Es tan hermoso como una veleta -observó uno de los miembros del Concejo que deseaba granjearse una reputación de conocedor en el arte-. Ahora, que no es tan útil -añadió, temiendo que le tomaran por un hombre poco práctico.

    Y realmente no lo era.

    -¿Por qué no eres como el Príncipe Feliz? -preguntaba una madre cariñosa a su hijito, que pedía la luna-. El Príncipe Feliz no hubiera pensado nunca en pedir nada a voz en grito.

    -Me hace dichoso ver que hay en el mundo alguien que es completamente feliz -murmuraba un hombre fracasado, contemplando la estatua maravillosa.

    -Verdaderamente parece un ángel -decían los niños hospicianos al salir de la catedral, vestidos con sus soberbias capas escarlatas y sus bonitas chaquetas blancas.

    -¿En qué lo conocéis -replicaba el profesor de matemáticas- si no habéis visto uno nunca?

    -¡Oh! Los hemos visto en sueños -respondieron los niños.

    Y el profesor de matemáticas fruncía las cejas, adoptando un severo aspecto, porque no podía aprobar que unos niños se permitiesen soñar.

    Una noche voló una golondrinita sin descanso hacia la ciudad.




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    (Seis semanas antes habían partido sus amigas para Egipto; pero ella se quedó atrás.


    Estaba enamorada del más hermoso de los juncos. Lo encontró al comienzo de la primavera, cuando volaba sobre el río persiguiendo a una gran mariposa amarilla, y su talle esbelto la atrajo de tal modo, que se detuvo para hablarle.


    -¿Quieres que te ame? -dijo la Golondrina, que no se andaba nunca con rodeos.


    Y el Junco le hizo un profundo saludo.


    Entonces la Golondrina revoloteó a su alrededor rozando el agua con sus alas y trazando estelas de plata.


    Era su manera de hacer la corte. Y así transcurrió todo el verano.


    -Es un enamoramiento ridículo -gorjeaban las otras golondrinas-. Ese Junco es un pobretón y tiene realmente demasiada familia.


    Y en efecto, el río estaba todo cubierto de juncos.


    Cuando llegó el otoño, todas las golondrinas emprendieron el vuelo.


    Una vez que se fueron sus amigas, sintióse muy sola y empezó a cansarse de su amante.


    -No sabe hablar -decía ella-. Y además temo que sea inconstante porque coquetea sin cesar con la brisa.


    Y realmente, cuantas veces soplaba la brisa, el Junco multiplicaba sus más graciosas reverencias.


    -Veo que es muy casero -murmuraba la Golondrina-. A mí me gustan los viajes. Por lo tanto, al que me ame, le debe gustar viajar conmigo.


    -¿Quieres seguirme? -preguntó por último la Golondrina al Junco.


    Pero el Junco movió la cabeza. Estaba demasiado atado a su hogar.


    -¡Te has burlado de mí! -le gritó la Golondrina-. Me marcho a las Pirámides. ¡Adiós!


    Y la Golondrina se fue.


    Voló durante todo el día y al caer la noche llegó a la ciudad.


    -¿Dónde buscaré un abrigo? -se dijo-. Supongo que la ciudad habrá hecho preparativos para recibirme.


    Entonces divisó la estatua sobre la columnita.


    -Voy a cobijarme allí -gritó- El sitio es bonito. Hay mucho aire fresco.


    Y se dejó caer precisamente entre los pies del Príncipe Feliz.


    -Tengo una habitación dorada -se dijo quedamente, después de mirar en torno suyo.


    Y se dispuso a dormir.


    Pero al ir a colocar su cabeza bajo el ala, he aquí que le cayó encima una pesada gota de agua.


    -¡Qué curioso! -exclamó-. No hay una sola nube en el cielo, las estrellas están claras y brillantes, ¡y sin embargo llueve! El clima del norte de Europa es verdaderamente extraño. Al Junco le gustaba la lluvia; pero en él era puro egoísmo.


    Entonces cayó una nueva gota.


    -¿Para qué sirve una estatua si no resguarda de la lluvia? -dijo la Golondrina-. Voy a buscar un buen copete de chimenea.


    Y se dispuso a volar más lejos. Pero antes de que abriese las alas, cayó una tercera gota.


    La Golondrina miró hacia arriba y vio... ¡Ah, lo que vio!


    Los ojos del Príncipe Feliz estaban arrasados de lágrimas, que corrían sobre sus mejillas de oro.


    Su faz era tan bella a la luz de la luna, que la Golondrinita sintióse llena de piedad.


    -¿Quién sois? -dijo.


    -Soy el Príncipe Feliz.


    -Entonces, ¿por qué lloriqueáis de ese modo? -preguntó la Golondrina-. Me habéis empapado casi.


    -Cuando estaba yo vivo y tenía un corazón de hombre -repitió la estatua-, no sabía lo que eran las lágrimas porque vivía en el Palacio de la Despreocupación, en el que no se permite la entrada al dolor. Durante el día jugaba con mis compañeros en el jardín y por la noche bailaba en el gran salón. Alrededor del jardín se alzaba una muralla altísima, pero nunca me preocupó lo que había detrás de ella, pues todo cuanto me rodeaba era hermosísimo. Mis cortesanos me llamaban el Príncipe Feliz y, realmente, era yo feliz, si es que el placer es la felicidad. Así viví y así morí y ahora que estoy muerto me han elevado tanto, que puedo ver todas las fealdades y todas las miserias de mi ciudad, y aunque mi corazón sea de plomo, no me queda más recurso que llorar.


    «¡Cómo! ¿No es de oro de buena ley?», pensó la Golondrina para sus adentros, pues estaba demasiado bien educada para hacer ninguna observación en voz alta sobre las personas.


    -Allí abajo -continuó la estatua con su voz baja y musical-, allí abajo, en una callejuela, hay una pobre vivienda. Una de sus ventanas está abierta y por ella puedo ver a una mujer sentada ante una mesa. Su rostro está enflaquecido y ajado. Tiene las manos hinchadas y enrojecidas, llenas de pinchazos de la aguja, porque es costurera. Borda pasionarias sobre un vestido de raso que debe lucir, en el próximo baile de corte, la más bella de las damas de honor de la Reina. Sobre un lecho, en el rincón del cuarto, yace su hijito enfermo. Tiene fiebre y pide naranjas. Su madre no puede darle más que agua del río. Por eso llora. Golondrina, Golondrinita, ¿no quieres llevarle el rubí del puño de mi espada? Mis pies están sujetos al pedestal, y no me puedo mover.


    -Me esperan en Egipto -respondió la Golondrina-. Mis amigas revolotean de aquí para allá sobre el Nilo y charlan con los grandes lotos. Pronto irán a dormir al sepulcro del Gran Rey. El mismo Rey está allí en su caja de madera, envuelto en una tela amarilla y embalsamado con sustancias aromáticas. Tiene una cadena de jade verde pálido alrededor del cuello y sus manos son como unas hojas secas.


    -Golondrina, Golondrina, Golondrinita - dijo el Príncipe-, ¿no te quedarás conmigo una noche y serás mi mensajera? ¡Tiene tanta sed el niño y tanta tristeza la madre!


    -No creo que me agraden los niños -contestó la Golondrina-. El invierno último, cuando vivía yo a orillas del río, dos muchachos mal educados, los hijos del molinero, no paraban un momento en tirarme piedras. Claro es que no me alcanzaban. Nosotras las golondrinas volamos demasiado bien para eso y además yo pertenezco a una familia célebre por su agilidad; mas, a pesar de todo, era una falta de respeto.


    Pero la mirada del Príncipe Feliz era tan triste que la Golondrinita se quedó apenada.


    -Mucho frío hace aquí -le dijo-; pero me quedaré una noche con vos y seré vuestra mensajera.


    -Gracias, Golondrinita -respondió el Príncipe.


    Entonces la Golondrinita arrancó el gran rubí de la espada del Príncipe y, llevándolo en el pico, voló sobre los tejados de la ciudad.


    Pasó sobre la torre de la catedral, donde había unos ángeles esculpidos en mármol blanco.


    Pasó sobre el palacio real y oyó la música de baile.


    Una bella muchacha apareció en el balcón con su novio.


    -¡Qué hermosas son las estrellas -la dijo- y qué poderosa es la fuerza del amor!


    -Querría que mi vestido estuviese acabado para el baile oficial -respondió ella-. He mandado bordar en él unas pasionarias ¡pero son tan perezosas las costureras!


    Pasó sobre el río y vio los fanales colgados en los mástiles de los barcos. Pasó sobre el gueto y vio a los judíos viejos negociando entre ellos y pesando monedas en balanzas de cobre.


    Al fin llegó a la pobre vivienda y echó un vistazo dentro. El niño se agitaba febrilmente en su camita y su madre habíase quedado dormida de cansancio.


    La Golondrina saltó a la habitación y puso el gran rubí en la mesa, sobre el dedal de la costurera. Luego revoloteó suavemente alrededor del lecho, abanicando con sus alas la cara del niño.


    -¡Qué fresco más dulce siento! -murmuró el niño-. Debo estar mejor.


    Y cayó en un delicioso sueño.


    Entonces la Golondrina se dirigió a todo vuelo hacia el Príncipe Feliz y le contó lo que había hecho.


    -Es curioso -observa ella-, pero ahora casi siento calor, y sin embargo, hace mucho frío.


    Y la Golondrinita empezó a reflexionar y entonces se durmió. Cuantas veces reflexionaba se dormía.


    Al despuntar el alba voló hacia el río y tomó un baño.


    -¡Notable fenómeno! -exclamó el profesor de ornitología que pasaba por el puente-. ¡Una golondrina en invierno!


    Y escribió sobre aquel tema una larga carta a un periódico local.


    Todo el mundo la citó. ¡Estaba plagada de palabras que no se podían comprender!...


    -Esta noche parto para Egipto -se decía la Golondrina.


    Y sólo de pensarlo se ponía muy alegre.


    Visitó todos los monumentos públicos y descansó un gran rato sobre la punta del campanario de la iglesia.


    Por todas parte adonde iba piaban los gorriones, diciéndose unos a otros:


    -¡Qué extranjera más distinguida!


    Y esto la llenaba de gozo. Al salir la luna volvió a todo vuelo hacia el Príncipe Feliz.


    -¿Tenéis algún encargo para Egipto? -le gritó-. Voy a emprender la marcha.


    -Golondrina, Golondrina, Golondrinita -dijo el Príncipe-, ¿no te quedarás otra noche conmigo?


    -Me esperan en Egipto -respondió la Golondrina-. Mañana mis amigas volarán hacia la segunda catarata. Allí el hipopótamo se acuesta entre los juncos y el dios Memnón se alza sobre un gran trono de granito. Acecha a las estrellas durante la noche y cuando brilla Venus, lanza un grito de alegría y luego calla. A mediodía, los rojizos leones bajan a beber a la orilla del río. Sus ojos son verdes aguamarinas y sus rugidos más atronadores que los rugidos de la catarata.


    -Golondrina, Golondrina, Golondrinita -dijo el Príncipe-, allá abajo, al otro lado de la ciudad, veo a un joven en una buhardilla. Está inclinado sobre una mesa cubierta de papeles y en un vaso a su lado hay un ramo de violetas marchitas. Su pelo es negro y rizoso y sus labios rojos como granos de granada. Tiene unos grandes ojos soñadores. Se esfuerza en terminar una obra para el director del teatro, pero siente demasiado frío para escribir más. No hay fuego ninguno en el aposento y el hambre le ha rendido.


    -Me quedaré otra noche con vos -dijo la Golondrina, que tenía realmente buen corazón-. ¿Debo llevarle otro rubí?


    -¡Ay! No tengo más rubíes -dijo el Príncipe-. Mis ojos es lo único que me queda. Son unos zafiros extraordinarios traídos de la India hace un millar de años. Arranca uno de ellos y llévaselo. Lo venderá a un joyero, se comprará alimento y combustible y concluirá su obra.


    -Amado Príncipe -dijo la Golondrina-, no puedo hacer eso.


    Y se puso a llorar.


    -¡Golondrina, Golondrina, Golondrinita! -dijo el Príncipe-. Haz lo que te pido.


    Entonces la Golondrina arrancó el ojo del Príncipe y voló hacia la buhardilla del estudiante. Era fácil penetrar en ella porque había un agujero en el techo. La Golondrina entró por él como una flecha y se encontró en la habitación.


    El joven tenía la cabeza hundida en las manos. No oyó el aleteo del pájaro y cuando levantó la cabeza, vio el hermoso zafiro colocado sobre las violetas marchitas.


    -Empiezo a ser estimado -exclamó-. Esto proviene de algún rico admirador. Ahora ya puedo terminar la obra.


    Y parecía completamente feliz.


    Al día siguiente la Golondrina voló hacia el puerto.


    Descansó sobre el mástil de un gran navío y contempló a los marineros que sacaban enormes cajas de la cala tirando de unos cabos.


    -¡Ah, iza! -gritaban a cada caja que llegaba al puente.


    -¡Me voy a Egipto! -les gritó la Golondrina.


    Pero nadie le hizo caso, y al salir la luna, volvió hacia el Príncipe Feliz.


    -He venido para deciros adiós -le dijo.


    -¡Golondrina, Golondrina, Golondrinita! -exclamó el Príncipe-. ¿No te quedarás conmigo una noche más?


    -Es invierno -replicó la Golondrina- y pronto estará aquí la nieve glacial. En Egipto calienta el sol sobre las palmeras verdes. Los cocodrilos, acostados en el barro, miran perezosamente a los árboles, a orillas del río. Mis compañeras construyen nidos en el templo de Baalbeck. Las palomas rosadas y blancas las siguen con los ojos y se arrullan. Amado Príncipe, tengo que dejaros, pero no os olvidaré nunca y la primavera próxima os traeré de allá dos bellas piedras preciosas con que sustituir las que disteis. El rubí será más rojo que una rosa roja y el zafiro será tan azul como el océano.


    -Allá abajo, en la plazoleta -contestó el Príncipe Feliz-, tiene su puesto una niña vendedora de cerillas. Se le han caído las cerillas al arroyo, estropeándose todas. Su padre le pegará si no lleva algún dinero a casa, y está llorando. No tiene ni medias ni zapatos y lleva la cabecita al descubierto. Arráncame el otro ojo, dáselo y su padre no le pegará.


    -Pasaré otra noche con vos -dijo la Golondrina-, pero no puedo arrancaros el ojo porque entonces os quedaríais ciego del todo.


    -¡Golondrina, Golondrina, Golondrinita! -dijo el Príncipe-. Haz lo que te mando.


    Entonces la Golondrina volvió de nuevo hacia el Príncipe y emprendió el vuelo llevándoselo.


    Se posó sobre el hombro de la vendedorcita de cerillas y deslizó la joya en la palma de su mano.


    -¡Qué bonito pedazo de cristal! -exclamó la niña, y corrió a su casa muy alegre.


    Entonces la Golondrina volvió de nuevo hacia el Príncipe.


    - Ahora estáis ciego. Por eso me quedaré con vos para siempre.


    -No, Golondrinita -dijo el pobre Príncipe-. Tienes que ir a Egipto.


    -Me quedaré con vos para siempre -dijo la Golondrina.


    Y se durmió entre los pies del Príncipe. Al día siguiente se colocó sobre el hombro del Príncipe y le refirió lo que habla visto en países extraños.


    Le habló de los ibis rojos que se sitúan en largas filas a orillas del Nilo y pescan a picotazos peces de oro; de la esfinge, que es tan vieja como el mundo, vive en el desierto y lo sabe todo; de los mercaderes que caminan lentamente junto a sus camellos, pasando las cuentas de unos rosarios de ámbar en sus manos; del rey de las montañas de la Luna, que es negro como el ébano y que adora un gran bloque de cristal; de la gran serpiente verde que duerme en una palmera y a la cual están encargados de alimentar con pastelitos de miel veinte sacerdotes; y de los pigmeos que navegan por un gran lago sobre anchas hojas aplastadas y están siempre en guerra con las mariposas.


    -Querida Golondrinita -dijo el Príncipe-, me cuentas cosas maravillosas, pero más maravilloso aún es lo que soportan los hombres y las mujeres. No hay misterio más grande que la miseria. Vuela por mi ciudad, Golondrinita, y dime lo que veas.


    Entonces la Golondrinita voló por la gran ciudad y vio a los ricos que se festejaban en sus magníficos palacios, mientras los mendigos estaban sentados a sus puertas.


    Voló por los barrios sombríos y vio las pálidas caras de los niños que se morían de hambre, mirando con apatía las calles negras.


    Bajo los arcos de un puente estaban acostados dos niñitos abrazados uno a otro para calentarse.


    -¡Qué hambre tenemos! -decían.


    -¡No se puede estar tumbado aquí! -les gritó un guardia.


    Y se alejaron bajo la lluvia.


    Entonces la Golondrina reanudó su vuelo y fue a contar al Príncipe lo que había visto.


    -Estoy cubierto de oro fino -dijo el Príncipe-; despréndelo hoja por hoja y dáselo a mis pobres. Los hombres creen siempre que el oro puede hacerlos felices.


    Hoja por hoja arrancó la Golondrina el oro fino hasta que el Príncipe Feliz se quedó sin brillo ni belleza.


    Hoja por hoja lo distribuyó entre los pobres, y las caritas de los niños se tornaron nuevamente sonrosadas y rieron y jugaron por la calle.


    -¡Ya tenemos pan! -gritaban.


    Entonces llegó la nieve y después de la nieve el hielo.


    Las calles parecían empedradas de plata por lo que brillaban y relucían.


    Largos carámbanos, semejantes a puñales de cristal, pendían de los tejados de las casas. Todo el mundo se cubría de pieles y los niños llevaban gorritos rojos y patinaban sobre el hielo.


    La pobre Golondrina tenía frío, cada vez más frío, pero no quería abandonar al Príncipe: le amaba demasiado para hacerlo.


    Picoteaba las migas a la puerta del panadero cuando éste no la veía, e intentaba calentarse batiendo las alas.


    Pero, al fin, sintió que iba a morir. No tuvo fuerzas más que para volar una vez más sobre el hombro del Príncipe.


    -¡Adiós, amado Príncipe! -murmuró-. Permitid que os bese la mano.


    -Me da mucha alegría que partas por fin para Egipto, Golondrina -dijo el Príncipe-. Has permanecido aquí demasiado tiempo. Pero tienes que besarme en los labios porque te amo.


    -No es a Egipto adonde voy a ir -dijo la Golondrina-. Voy a ir a la morada de la Muerte. La Muerte es hermana del Sueño, ¿verdad?


    Y besando al Príncipe Feliz en los labios, cayó muerta a sus pies.


    En el mismo instante sonó un extraño crujido en el interior de la estatua, como si se hubiera roto algo.


    El hecho es que la coraza de plomo se habla partido en dos. Realmente hacia un frío terrible.


    A la mañana siguiente, muy temprano, el alcalde se paseaba por la plazoleta con dos concejales de la ciudad.


    Al pasar junto al pedestal, levantó sus ojos hacia la estatua.


    -¡Dios mío! -exclamó-. ¡Qué andrajoso parece el Príncipe Feliz!


    -¡Sí, está verdaderamente andrajoso! -dijeron los concejales de la ciudad, que eran siempre de la opinión del alcalde.


    Y levantaron ellos mismos la cabeza para mirar la estatua.


    -El rubí de su espada se ha caído y ya no tiene ojos, ni es dorado -dijo el alcalde- En resumidas cuentas, que está lo mismo que un pordiosero.


    -¡Lo mismo que un pordiosero! -repitieron a coro los concejales.


    -Y tiene a sus pies un pájaro muerto -prosiguió el alcalde-. Realmente habrá que promulgar un bando prohibiendo a los pájaros que mueran aquí.


    Y el secretario del Ayuntamiento tomó nota para aquella idea.


    Entonces fue derribada la estatua del Príncipe Feliz.


    -¡Al no ser ya bello, de nada sirve! -dijo el profesor de estética de la Universidad.


    Entonces fundieron la estatua en un horno y el alcalde reunió al Concejo en sesión para decidir lo que debía hacerse con el metal.


    -Podríamos -propuso- hacer otra estatua. La mía, por ejemplo.


    -O la mía -dijo cada uno de los concejales.


    Y acabaron disputando.


    -¡Qué cosa más rara! -dijo el oficial primero de la fundición-. Este corazón de plomo no quiere fundirse en el horno; habrá que tirarlo como desecho.


    Los fundidores lo arrojaron al montón de basura en que yacía la golondrina muerta.


    -Tráeme las dos cosas más preciosas de la ciudad -dijo Dios a uno de sus ángeles.


    Y el ángel se llevó el corazón de plomo y el pájaro muerto.


    -Has elegido bien -dijo Dios-. En mi jardín del Paraíso este pajarillo cantará eternamente, y en mi ciudad de oro el Príncipe Feliz repetirá mis alabanzas.)


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    lunes, 16 de marzo de 2009

    Meme familiar (¿wewe?)





     El domingo leíamos en el periódico esto como parte de una entrevista a un conocido hostelero cántabro. Nos hizo gracia y Eva decidió contestarlo, y de ahí surgió este meme. Que como lo hacemos todos, suponemos que debería llamarse WE-WE ;-)
     Estamos identificados por nuestros colores favoritos, que contestamos en la primera pregunta.


    - Un color.
    Azul (Eva)
    Morado (Blanca) .
    Rosa (Andrea). 
    Azul. (Luis)

     
     - Un sonido. 

    Música.
    El de las olas.
    Un gato (miauuu... )  
    El mar.

     
    - Un olor.
    Brisa.
    El de la lluvia en verano.
    A tarta!
    El del cocido montañés.

     
    - Un paisaje.
    La playa.
    El mar.
    La playa.
    Una playa desierta.

     
    - Un lugar para volver.
    Roma.
    Nueva York.
    Barcelona.
    Prefiero ir a un sitio nuevo.

     
    - Un defecto.
    La impaciencia.
    El mal genio.
    Soy una llorona. 
    No tengo. O sea, la inmodestia.

     
    - Una virtud.
    Soy cariñosa.
    La sinceridad.
    Saco todo azules en matemáticas. (Eso son sobresalientes). 
    Ponlo tu.

     
    - Un amigo es...
    alguien que te apoya.
    alguien que siempre está ahí.
    con los que juego. 
    qué pregunta más difícil!!

     
    - Te ríes...
    con mis amigas.
    con y de casi todo.
    con las cosquillas.
    con mis hijas.

     
    - Lloras...
    cuando me siento excluída.
    cada vez con más frecuencia.
    por todo.
    alguna vez.

     
    - Un sueño cumplido
    Tener un perro.
    Mi familia.
    Vivir en una casa grande. 
    Casi todos.

     
    - Un sueño pendiente
    Ser cantante.
    Que llegue Irene.
    Ir a China. 
    El mismo que tu.

     
    - Fórmula para superar los disgustos
    Escuchar música.
    Este blog es una buena fórmula.
    Jugar con las jaggets.
    Dejar pasar el tiempo.

     
    - Una película
    "Camp Rock"
    "Pulp Fiction" (por ejemplo)
    Una de hormigas que para verla nos pusimos gafas (era en 3D)
    "La vida de Brian"

     
    - Una palabra bonita
    Hawaii
    Esperanza
    Preciosa 
    Gracias.

     
    - Un nombre de mujer
    Sara
    Elsa
    Lucía 
    Andrea

     
    - Un libro
    "Harry Potter"
    "Los pilares de la tierra"
    "Valeria Varita"
    "El conde de Montecristo"

     
    - Una canción
    "Broken Strings", de James Morrison y Nelly Furtado
    "Angels", de Robbie Williams (también por ejemplo)
    "One World", de The Cheetah Girls
    "Sultans of Swing" de Dire Straits

     
    - Un refrán
    Gato con guantes no caza ratones.
    Consejos vendo y para mi no tengo.
    Más vale pájaro en mano que ciento volando (gracias Eva). 
    No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy.

     
    - Un deseo 
    Que no muera gente en las guerras.
    Que ningún niño sufra.
    Que no haya contaminación y no se derritan los polos. 
    Que no me des la vara con las cosas de tu blog.
     

    Los memes suelen enviarse a otros blogs para que los hagan, yo no suelo hacerlo, pero como éste lo hemos iniciado nosotros, se lo paso a SIETE blogs, que para eso el 7 es mi número favorito. Y mis siete son:



    MOA
    ELEN
    JUANI
    VIVIANA
    SILVIA
    PAQUI
    CRIS (Qué ganas tenía de hacer esto ;-))


    Tenéis que hacerlo todos los de la familia, por lo menos los que sepan hablar, jeje...



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    Actividad: Hasta hoy llevamos